Me estoy dando cuenta de que poco a poco este blog va decantándose por cuestiones vitales o emocionales más que a hablar simplemente de comida y dietas, pero escribiéndolo, también me doy cuenta de que son esas cuestiones cotidianas las que pueden hacer inclinarse la balanza (nunca mejor dicho) en un sentido o en otro.
Ayer, aparte del affaire con el desayuno, el día transcurrió bastante bien. Comí ensalada y queso fresco con una tajada de melón de postre; luego merendé un yogurt desnatado y cené unos mejillones de lata, más otro poco de queso fresco y un poco de pescado que sobró a mi hija con sandía de postre. Demasiado quizás aunque sé que las cenas ligeras las volveré a hacer cuando regrese al trabajo por la tarde en septiembre.
Pero hoy quería escribir precisamente del momento en el que uno decide que va a cambiar, que se acabó (otra vez), que va a ser otro quizás reivindicándose más a sí mismo, como cree uno que es en realidad. Porque lo normal no es tener sobrepeso, y mucho menos es normal tener un peso que es difícil de mover. Nosotros, el verdadero Yo, está ahí abajo deseando que lo saques y, para qué vamos a engañarnos, ya sabemos la teoría de cómo hay que hacerlo... Bueno, pues para todo esto es necesaria una catarsis, una limpieza, una señal física que le recuerde a tu mente que estás en un proceso de cambio y que no te vas a permitir dudas. Hay muchos tipos de catarsis pero yo he elegido siempre el corte radical de pelo al estilo Teniente O´Neill (¿recordáis la película de Demi Moore?). El rapado me lo hice a primeros de julio, poco después de que naciera mi hija. La verdad es que estéticamente no es lo más favorecedor porque un tipo corpulento rapado parece que ha pasado por una tribu de jíbaros reductores de cabezas. Ahora para qué os voy a engañar estoy deseando que me crezca el pelo de nuevo. Pero desde luego tengo la convicción de que cuando mi pelo esté de nuevo como estaba (más bien larguito), yo debo haber adelgazado por lo menos el setenta por ciento de lo que tengo previsto.
Mi pobre pelo deseando volver a salir... y sí, es un elefante rosa. |
Seguro que sí! Me parece que tienes muchísima fuerza.
ResponderEliminarLo emocional me parece más importante que la comida, ya que es el volante que nos maneja hacia un lado u otro. A cuidarlo también!
Gracias Matrioska, admiro mucho tu fuerza también cuando las cosas no parecen salir como quieres. Hay que tener buen ánimo y pensar que este es el camino con mejor paisaje.
ResponderEliminarMe parece una idea genial ponerte de plazo el tiempo que tarda en crecerte el pelo.
ResponderEliminarSi yo hiciera eso, al salir a la calle me detenían fijo (daría miedito a las criaturas, ja ja ja), así que tengo que hacer otros inventos...
El momento en que uno se decide es muy importante. Lo recuerdo de cuando dejé de fumar. Lo decidí tres meses antes del día concreto, pero no veas la energía que me dio tomar esa decisión en firme.
Ya hace casi trece años y no he vuelto a fumar.
Suerte con lo tuyo, y suerte a tu mujer, que a veces cuesta lidiar con una persona a dieta (eso dice mi marido, ja ja ja).