jueves, 6 de junio de 2013

Gordos anónimos

Hoy he ido a a reunión esa a la que me recomendó asistir el médico el otro día. Yo pensaba que la cosa iba más estilo terapia de grupo con un nutricionista pero no, soy un cándido además de un novelero.
Lo primero: todos eran mujeres. Eso ya lo tengo asumido. Ya me siento aquí también en franca minoría y eso no me hace sentir mal. Tampoco he estado incómodo por ser el único hombre. Un poco más por ser el más joven. Todas eran mujeres de entre cincuenta y muchos más años. Vamos, que podían ser mi madre y algunas mi abuela.
A mí me mosqueó que nos hubieran citado en la biblioteca del centro de salud. No es que sea un asiduo pero una biblioteca se ve... el caso es que cuando me indican hay que ir como a los sótanos, una especie de búnker sin ventilación con una pinta rarísima. Entramos todos (más bien todas) y nos ponemos alrededor de una mesa. Es sentarnos y empezar a sudar y a sudar del calor que hacía allí abajo. "Tate -me digo-, que estos los que quieren es aniquilarnos aquí abajo. Doce personas gordas con sus posibles futuras enfermedades que se quita de enmedio el Servicio Andaluz de Salud". Así que me pongo cerca de la puerta por si hay que salir corriendo. Pero no. La cosa es mucho más aburrida que eso. Viene un tipo que ni se presenta, ni dice quién es, ni a qué se dedica (si es médico, ats, o el de mantenimiento) y nos pone un power point con la pirámide nutricional, más o menos lo mismo de siempre. Para que os hagáis una idea mis compañeras han intentado salirse por la tangente de la mortal chapa que nos estaba dando con un interesante debate de si el danone (léase yogurt) natural engorda menos que el de fresa. Y de ahí hemos pasado a que los huevos marrones saben un poco peor que los blancos... yo, por supuesto, más callado que ojú aunque ahora que lo dicen es cierto que los huevos blancos siempre me han dado más buen rollo.
Es la primera reunión, y la última para mí, puede que la cosa remonte muchísimo la semana que viene. Pero me parece a mí que no terminan de enfocar bien la cosa. Cuando han podido hablar estas mujeres (casi todas ellas) han dicho que andan bastante, muchas una hora u hora y media diaria, y hacen la comida como la han hecho siempre. Cuando hablaban de lo que comían tampoco es que se den grandes atracones. Creo que se merecían poder contar más o menos cómo hacen la comida, cómo se organizan el día, para poder indicarles qué están haciendo bien y qué mal. Lo mismo yo. Creo que la cosa iba más por ahí. No tenemos ganas, ni tiempo, de que nos den una clase de nutrición de primero de la eso.
Por último una cosa que me dejó un poco triste. A mi lado había una señora bastante mayor que no sabía leer ni escribir. La ayudé a poner su nombre en un papel pero ella no sabía ni cuánto pesaba ni lo que medía. Entonces me dijo que era repetidora del curso, que lo había hecho antes el mes pasado: "Yo aquí la verdad es que no me entero de nada pero por lo menos descanso un par de horitas del trajín de mi casa"... Vaya tela.

1 comentario:

  1. Que historia!
    Tienes toda la razón en pensar que la reunión fue tu "debut y despedida". Con ganas de hacer las cosas bien y la herramienta de internet a la mano puedes hacerte de toda la buena información posible y a partir de ahí ir haciendo cambios que te lleven a lograr la meta.
    Es muy cierto que un grupo de apoyo es una gran herramienta porque entre todos se comparten ideas, apoyo en los días bajos, etc. Pero también es cierto que hace falta que el grupo tenga una cabeza que de la mejor forma dirija al grupo al objetivo y ahí parece que esa cabeza no existía.
    Ponerlos en el sótano es como minimizar la importancia de los asistentes y minimizar la importancia de lo que la obesidad es como problema de salud, que se convierte en un problema de salud pública. O sea, en buen mexicano: qué madres les pasa a los gobiernos del mundo? :(

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