Es curioso. Mientras más me acerco a mi objetivo, menos importancia le estoy dando al peso (aunque me sigo pesando mucho) y más a cómo me siento de bien. Hacía mucho, mucho tiempo que no pesaba lo que ahora. Estoy mejor de cabeza, más centrado. Duermo bien y me levanto despejado. Estoy mejor de dolores aunque me siguen doliendo los pies. Ayer anduve una hora y media pero vestido con zapatos de vestir y vaqueros. La verdad es que me han molestado los pies bastante esta noche pero espero que sea sólo por la tontería de no haber llevado mejor calzado. El otro día fui a la peluquería y me quité creo que por lo menos medio kilo de pelo entre melenas y barba. Me miro al espejo y me reconozco a medias. A veces creo que soy mi hermano chico.
Sólo me queda superar el reto de los fines de semana. No puede ser que siga engordando, aunque sea poco, y teniendo que recuperar durante el resto de la semana. Además ahora viene casi un mes de vacaciones y eso hay que controlarlo para que no se nos vaya a la porra con las navidades y todo el jaleo. El nutricionista me ha recomendado un libro. Es fácilmente encontrable, se titula El mono obeso. Empecé este lío sobre todo por mis hijas. A pasar de todo creo que todavía me queda mucho camino por delante para que comamos bien no sólo yo, sino todos en casa. A ver si somos capaces.
Buen resto de fin de semana. Nos leemos.
domingo, 29 de noviembre de 2015
viernes, 20 de noviembre de 2015
Probando, probando
Este fin de semana hice un simulacro de navidades. Tuve celebración sábado y domingo, luego reencuentro con amigos el lunes con cena cañera. Eso de las comidas con los patos al centro de la mesa hace que esté todo centrado menos yo mismo. La del sábado era de esas de llevar todos algo y hacer el almuerzo en una azotea con el sol este tan bueno que está haciendo. Pues vaya tela, todo eran tortillas, filetitos empanados... el domingo comida para celebrar el cumpleaños de mi suegra pero también en plan grasiento, para qué nos vamos a engañar, lo que uno no puede pedir de repente es que sólo le gusten las cositas sanas. Y el lunes pues también me pasé con lo que únicamente me he centrado esta semana martes, miércoles y jueves así que bien. Tres días contra tres. He perdido cien gramos y estoy moderadamente contento. El reto es bajar de los 110 (mi meta) antes del día de la lotería de navidad.
Y no digo más que es muy temprano. Os leo. Suerte.
Y no digo más que es muy temprano. Os leo. Suerte.
viernes, 13 de noviembre de 2015
Lo de perder kilo por semana parece que es cosa del pasado. Bueno, ochocientos gramos para la buchaca que no están nada mal y ahí seguimos a poco ya de la meta... una meta un poco rara porque, como decía el poeta, el camino es el andar mismo, y no hay destino posible sino el seguir caminando y encontrarse uno bien en este paseo y... mejor paro porque me estoy viniendo arriba.
En estos días termina más o menos mi trimestre horribilis en lo que a trabajo se refiere. Se acabaron (espero) las jornadas de catorce horas corriendo de acá para allá. A partir de la semana que viene me lo puedo tomar con más calma y ¡ay, horror! Precisamente cuando me tomo las cosas con calma es cuando tiendo a engordar aunque coma bien. Me entra la modorra esa tan buena y me muevo menos que los ojos de Espinete. Bueno, pues ya sé qué es lo que tengo que evitar. Este fin de semana tengo dos comidas de celebración ¡ole! El lunes viaje a Málaga pero por trabajo con cena ¡toma que toma! O sea, que será un milagro del niño Jesús que yo conserve este peso el martes. Teneis razón con que no debo pesarme tanto. Con que lo hiciera los viernes voy sobrado, pero la verdad es que aunque no sea fiable (os aseguro que no lo es), es una guía que no está mal. Aun así trataré de haceros caso.
Como aparte de gordo soy una mijita neurótico, ahora me ha dado por la jardinería, a mí, que se me secan hasta los cactus (verdad verdadera). No es que le dedique mucho tiempo pero está uno ahora desarrollando su faceta zen y la verdad es que me relaja ponerme ahí a cuidar plantitas cuando tengo diez minutos para mí.
Abrazotes en este noviembre tan primaveral y ánimo para la cuesta de diciembre.
En estos días termina más o menos mi trimestre horribilis en lo que a trabajo se refiere. Se acabaron (espero) las jornadas de catorce horas corriendo de acá para allá. A partir de la semana que viene me lo puedo tomar con más calma y ¡ay, horror! Precisamente cuando me tomo las cosas con calma es cuando tiendo a engordar aunque coma bien. Me entra la modorra esa tan buena y me muevo menos que los ojos de Espinete. Bueno, pues ya sé qué es lo que tengo que evitar. Este fin de semana tengo dos comidas de celebración ¡ole! El lunes viaje a Málaga pero por trabajo con cena ¡toma que toma! O sea, que será un milagro del niño Jesús que yo conserve este peso el martes. Teneis razón con que no debo pesarme tanto. Con que lo hiciera los viernes voy sobrado, pero la verdad es que aunque no sea fiable (os aseguro que no lo es), es una guía que no está mal. Aun así trataré de haceros caso.
Como aparte de gordo soy una mijita neurótico, ahora me ha dado por la jardinería, a mí, que se me secan hasta los cactus (verdad verdadera). No es que le dedique mucho tiempo pero está uno ahora desarrollando su faceta zen y la verdad es que me relaja ponerme ahí a cuidar plantitas cuando tengo diez minutos para mí.
Abrazotes en este noviembre tan primaveral y ánimo para la cuesta de diciembre.
lunes, 9 de noviembre de 2015
Que lío...
Tengo un lío con el peso que pa qué...
El jueves me pesa el nutricionista, el viernes me peso yo y ese es el peso que consigno aquí. En un día suelo bajar un montón, pero es que en el fin de semana puedo poner perfectamente casi un kilo. Pero claro, ¿un kilo desde cuándo? Pues desde el jueves. Pero ¿el importante no es el del viernes? Además el del jueves es peso con ropa y el del viernes peso en cueros vivos... Esto tendría una solución muy fácil. Tirar mi peso por la ventana. Meterlo en el trastero, olvidarme de que existe. pesarme sólo en el del médico y seguir con mis comidas teniendo esta agradable sensación de que voy bien. Y si cuando llegue el jueves me estampo pues me estampo. Pero por lo menos no haré tonterías como comer fruta un día entero porque esta mañana me he pesado y he puesto (no sé porqué) cuatrocientos gramos del tirón.
Bueno, pues no puedo.
El otro día el médico me volvió decir que no me pese pero para mí es un aliciente despertarme por la mañana y ver que la cosa va, que estoy haciéndolo bien, que el poco ejercicio que hago y que la comida que como me cunde y que sigo perdiendo peso. Ojalá poco a poco pueda dejar de hacerlo. Sentir que mi cuerpo ya se ha estabilizado y que los hábitos que he ido adquiriendo en estos meses han echado cimientos en mi vida.
Estoy contento. Soy más productivo. Por las mañanas he empezado a hacer de cinco a diez minutos de meditación. Estoy arreglando las plantas del patio que eran un desastre. Me quedan menos de tres kilos para llegar a mi objetivo pero, dejando a un lado el p. peso, todo lo demás se va ajustando en mi vida. Y eso es bueno. Vaya si lo es.
El jueves me pesa el nutricionista, el viernes me peso yo y ese es el peso que consigno aquí. En un día suelo bajar un montón, pero es que en el fin de semana puedo poner perfectamente casi un kilo. Pero claro, ¿un kilo desde cuándo? Pues desde el jueves. Pero ¿el importante no es el del viernes? Además el del jueves es peso con ropa y el del viernes peso en cueros vivos... Esto tendría una solución muy fácil. Tirar mi peso por la ventana. Meterlo en el trastero, olvidarme de que existe. pesarme sólo en el del médico y seguir con mis comidas teniendo esta agradable sensación de que voy bien. Y si cuando llegue el jueves me estampo pues me estampo. Pero por lo menos no haré tonterías como comer fruta un día entero porque esta mañana me he pesado y he puesto (no sé porqué) cuatrocientos gramos del tirón.
Bueno, pues no puedo.
El otro día el médico me volvió decir que no me pese pero para mí es un aliciente despertarme por la mañana y ver que la cosa va, que estoy haciéndolo bien, que el poco ejercicio que hago y que la comida que como me cunde y que sigo perdiendo peso. Ojalá poco a poco pueda dejar de hacerlo. Sentir que mi cuerpo ya se ha estabilizado y que los hábitos que he ido adquiriendo en estos meses han echado cimientos en mi vida.
Estoy contento. Soy más productivo. Por las mañanas he empezado a hacer de cinco a diez minutos de meditación. Estoy arreglando las plantas del patio que eran un desastre. Me quedan menos de tres kilos para llegar a mi objetivo pero, dejando a un lado el p. peso, todo lo demás se va ajustando en mi vida. Y eso es bueno. Vaya si lo es.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)