viernes, 23 de octubre de 2015

La naturaleza va compensando

Qué locura de semana. Ayer fui de nuevo al nutricionista al que prácticamente pago 40 lereles al mes por pesarme. Bueno, realmente cada día le pregunto cosas y creo que poco a poco sí estoy cambiando hábitos. Su menú, sin embargo, cada vez lo sigo menos.
El caso es que desde la semana pasada he perdido casi dos kilos. Y es que no he parado. Todo el día de acá para allá, comiendo muy poco en casa (bueno, muy poco en todos lados), tratando de comer mucha verdura, mi fruta a media mañana y media tarde... puedo estar contento (y lo estoy) porque veo la meta ya cerca y eso anima.
Como no sólo de dieta vive el hombre (ni la mujer), os traigo un hallazgo maravilloso de estos días. Es un cuento, o un artículo, o una reflexión sobre la p/maternidad escrita por Natalia Ginzburg. Hace años, siglos, que no leía algo tan bueno, algo que me sirviera tanto. Estas semanas atrás le he dado muchas vueltas a lo que significa ser padres. Esta historia de Ginzburg me ha resuelto muchos conflictos sobre esa entrega a veces absurda a los hijos y ese olvido de nosotros mismos. Creo, de verdad, que al asumir nuestra libertad les hacemos un favor y que vivir la vida a través de ellos nos termina perjudicando a todos. ¿Por qué escribo esto? No sé, porque me sale.

Os enlazo el texto completo que es fantástico.

Aquí un bonito extracto para que el que no quiera leerlo entero.

"Y si nosotros mismos tenemos una vocación, si no la hemos traicionado, si a través de los años hemos seguido amándola, sirviéndola con pasión, en el amor que profesamos a nuestros hijos podemos mantener alejado de nuestro corazón el sentido de la propiedad. Si, por el contrario, carecemos de una vocación, o si la hemos abandonado y traicionado, por cinismo o por miedo a vivir, o por un mal entendido amor paterno, o por cualquier pequeña virtud que se ha instalado en nosotros, entonces nos agarramos a nuestros hijos como el náufrago al tronco de un árbol, pretendemos enérgicamente de ellos que nos devuelvan cuanto les hemos dado, que sean absolutamente y sin salida posible tal como los queremos, que obtengan de la vida todo aquello que a nosotros nos ha faltado. "

1 comentario:

  1. Está genial lo de los dos kilos. Felicidades.

    Y lo de tener hijos y pretender vivir a través de ellos... este artículo tiene mucha razón.

    Los adultos debemos enseñar a nuestros hijos, el objetivo es conseguir que sean autosuficientes, que sepan ser felices y que se espabilen en la vida.

    El hecho de que se marchen de casa con alegría (no de un portazo, quiero decir), que sigan su propio camino, es en realidad la prueba fehaciente de que lo hemos hecho bien.

    Ojalá más gente fuera capaz de entender eso, la verdad.

    Un besote, Cosa :-D

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