miércoles, 30 de octubre de 2013
Day after day...
Me levanto por la mañana con una música suave y relajante del móvil. Es música de guitarra pero es la tecnología la que me da la bienvenida a un día nuevo lleno de posibilidades reales. El móvil es lo que menos se me puede olvidar. Llevo la música, llevo la agenda, el correo electrónico, mis contactos. Si lo pienso bien casi no puedo empezar a funcionar sin el móvil... Lo meto en el bolsillo pero voy a andar conecto la aplicación endomondo o últimamente más runtastic, que me dice por dónde he andado, cuánto he recorrido, dónde fui más rápido y dónde más lento. También echo en mi bolsillo otro gadget, el fitbit one. Sirve para contar los pasos que doy, los pisos que subo. Me anima a andar más día a día... 10.000 pasos, 15.000, 20.000... parece algo absurdo pero ayuda de verdad. Sincronizo el fitbit con My fitness pal, que cuenta las calorías de todo lo que como y bebo a diario. Es portentoso, está todo; y si no está solo tengo que hacer una foto del código de barras y te lo localiza. De todas formas me alegra comprobar que el noventa por ciento de lo que como no lleva código de barras porque es natural. Cuando salgo a correr me pongo un pulsómetro, muy útil para correr dentro de unos parámetros de esfuerzo en los que mi cuerpo consume más grasa. Si me paso me avisa con un pitido leve, aminoro, lo complemento con runtastic en el móvil que me informa cuando he hecho otro kilómetro, del tiempo que he tardado, del tiempo medio de carrera... Por la noche pongo el fitbit en mi muñeca y cuando sincronizo en el ordenador puedo chequear cómo ha sido mi sueño, cuánto tiempo de descanso real he tenido, cuántas veces me he despertado por la noche... Nací a mediados de los setenta, tres años antes de que sony inventase el walkman; y sí, me da un poco de miedo estar convirtiéndome poco a poco en un ciborg.
sábado, 26 de octubre de 2013
Decir hola
Ni que decir tiene que hace tiempo que no venía por aquí. No me ha ido mal, no. Sigo bajando poco a poco. Acostumbrándome a nuevos hábitos que me hagan cambiar la forma de comer y sobre todo las porquerías que me gustaban (¿gustaban? ¡Ja!). Me peso demasiado. He llegado a estar en 113 y ahora debo andar por los 114, 4. Los fines de semana continúan siendo un poco mi perdición porque todo se descontrola. Bueno, todo no, yo.
En el trabajo por fin me cambiaron a por la mañana. Eso ha sido difícil de gestionar con la dieta o lo que sea esto. Ahora desayuno a las 8,30 o por ahí, como una manzana habitualmente a las 12 y almuerzo (no me queda otro remedio) cerca de las 16 horas. Una barbaridad. Es raro el día que no coma demasiado pan en el almuerzo, o que no coja una o dos barritas de chocolate de mis hijas para mitigar la ansiedad. Al rato meriendo otra vez algo de fruta y por la noche intento cenar lo más ligero posible.
Ejercicio no puedo hacer. Ni pádel, ni correr... Ando aproximadamente una hora en el trayecto al trabajo, la ida y vuelta. Es poco para perder peso. Más que nada me mantengo y trato de pactar conmigo mismo no sobrepasar los 115 kilos. Así, si antes me había puesto la frontera en los 120, ahora la he bajado en cinco Kiletes, y eso me pone moderadamente contento. Aún así sé que si no hago algo más de ejercicio. Por lo menos dos o tres veces a la semana incluyendo algo el fin de semana, no tengo nada que hacer, apenas avanzaré y no cumpliré mi objetivo. Ahora mismo he entrado en una rutina complicada de trabajo-casa-casa-trabajo... para adelantar un poco he pensado quitarme del pan y reducir al máximo los hidratos de carbono pero realmente, sobre todo por la mañana, necesito una dosis de pan (buena dosis a decir verdad) con la tostada. Pero siempre que he dejado el pan, la pasta, el arroz, he adelgazado mucho. Podría hacer eso una semana o dos. Ya lo hice con la famosa dieta de la piña sin piña de la que hablo ahí abajo y perdí bastante. Pero la verdad es que no me encuentro con fuerzas. Prefiero seguir poco a poco controlándome lo máximo posible. Tratando de comer variado y alternando un día más relajado con otro más jodidillo.
Seguiré contando aunque sea de vez en cuando. Me paso a leeros.
En el trabajo por fin me cambiaron a por la mañana. Eso ha sido difícil de gestionar con la dieta o lo que sea esto. Ahora desayuno a las 8,30 o por ahí, como una manzana habitualmente a las 12 y almuerzo (no me queda otro remedio) cerca de las 16 horas. Una barbaridad. Es raro el día que no coma demasiado pan en el almuerzo, o que no coja una o dos barritas de chocolate de mis hijas para mitigar la ansiedad. Al rato meriendo otra vez algo de fruta y por la noche intento cenar lo más ligero posible.
Ejercicio no puedo hacer. Ni pádel, ni correr... Ando aproximadamente una hora en el trayecto al trabajo, la ida y vuelta. Es poco para perder peso. Más que nada me mantengo y trato de pactar conmigo mismo no sobrepasar los 115 kilos. Así, si antes me había puesto la frontera en los 120, ahora la he bajado en cinco Kiletes, y eso me pone moderadamente contento. Aún así sé que si no hago algo más de ejercicio. Por lo menos dos o tres veces a la semana incluyendo algo el fin de semana, no tengo nada que hacer, apenas avanzaré y no cumpliré mi objetivo. Ahora mismo he entrado en una rutina complicada de trabajo-casa-casa-trabajo... para adelantar un poco he pensado quitarme del pan y reducir al máximo los hidratos de carbono pero realmente, sobre todo por la mañana, necesito una dosis de pan (buena dosis a decir verdad) con la tostada. Pero siempre que he dejado el pan, la pasta, el arroz, he adelgazado mucho. Podría hacer eso una semana o dos. Ya lo hice con la famosa dieta de la piña sin piña de la que hablo ahí abajo y perdí bastante. Pero la verdad es que no me encuentro con fuerzas. Prefiero seguir poco a poco controlándome lo máximo posible. Tratando de comer variado y alternando un día más relajado con otro más jodidillo.
Seguiré contando aunque sea de vez en cuando. Me paso a leeros.
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